La fama de los matemáticos no suele salir del círculo de su profesión. Y así, mientras todo el mundo reconoce a Einstein como el mayor físico del siglo XX, casi nadie sabe citar a un sólo matemático importante. Y, peor aún, suele pensarse que son grises cabezas cuadradas con la mente llena de números.
Es una lástima, porque de todas las familias de la ciencia, la de los matemáticos es seguramente la menos gris (¡y casi diría que la que menos números tiene en la cabeza!).
Recientemente, dos matemáticos han conseguido cierta popularidad: John Nash, gracias a la película Una mente maravillosa, y Grigori Perelman, tras su negativa a recibir el verano del 2006 en Madrid la Medalla Fields (de la que siempre se dice automáticamente que es el “Nobel de las matemáticas”).
Ambos son dos matemáticos de primera fila, pero tanto sus logros como su personalidad palidecen al lado del que para mí fue, probablemente, el matemático más carismático del siglo XX: Alexandre Grothendieck.
¿Y éste quién es? He aquí lo que dice de él un reciente artículo de las Notices of the American Mathematical Society (texto aquí, continuación aquí)
El trabajo de Alexandre Grothendieck ha tenido un profundo impacto en la matemática moderna, y más ampliamente, figura entre los avances más importantes del conocimiento humano durante el siglo XX. La estatura de Grothendieck puede compararse, por ejemplo, con la de Albert Einstein. Cada uno de ellos abrió nuevas y revolucionarias perspectivas que transformaron el terreno que exploraban y cada uno buscó conexiones fundamentales y unificadoras entre los fenómenos.
y también:
Tenía una capacidad de abstracción extremadamente poderosa, casi inverosímil, que le permitía ver los problemas en un contexto sumamente general, y usaba esta capacidad con exquisita precisión
He traducido “unearthy” por “inverosímil”, pero habría sido más fiel a la etimología decir “ultraterreno”. Y quizás más fiel al personaje, a juzgar por el testimonio de un antiguo alumno suyo, Yves Ladegaillerie:
En París había tenido como profesores a algunos de los grandes matemáticos de la época, de Schwartz a Cartan, pero Grothendieck era completamente diferente, un extraterrestre. Más que traducir las cosas a otro lenguaje, el pensaba y hablaba directamente en el lenguaje de las modernas matemáticas estructurales, a cuya creación tanto había contribuido.
Grothendieck recibió en 1966, a los 38 años, la Medalla Fields. En uno de los poquísimos artículos que le ha dedicado la prensa no especializada, The Spectator le llamaba “The Einstein of maths” y decía de él que su trabajo “ha llevado a la unificación de de la geometría, la teoría de números, la topología y el análisis complejo”.
Pero ahora empieza lo realmente interesante. Con cuarenta y dos años, después de haber entregado veinticinco a las matemáticas, trabajando doce horas al día y siete días a la semana, empieza a sentir un “estancamiento espiritual”. Poco a poco va alejándose del mundo académico. Una disputa sobre la financiación militar del IHES (Institut des hautes études scientifiques) le lleva a renunciar a su plaza en este Olimpo de las matemáticas. Acaba en una Universidad de provincias (Montpellier) y cada vez dedica menos tiempo a las matemáticas y más al activismo en grupos de la contracultura de los setenta.
A partir de 1983 empieza a trabajar en Récoltes et Semailles (Cosechas y Siembras), unas extensísimas memorias que subtitula “Reflexiones y testimonios sobre un pasado de matemático”. Nadie quiere publicarlo, pero copias del manuscrito, de mil folios, pasan de mano en mano entre los matemáticos. En otra obra, La Clef des Songes (La llave de los sueños) explica su descubrimiento de Dios.
La ruptura con el establishment culminó cuando en 1988 renunció al Premio Crafoord que concede la Real Academia Sueca de Ciencias para premiar a las disciplinas que no tienen Nobel. El texto de su renuncia puede leerse completo aquí.
¿Qué ha sido de Grothendieck? He hablado de él en pasado, como si hubiera fallecido. Pero no ha fallecido. O quizá sí: lo cierto es que en 1991 desapareció. Se cree que vive solo, en un lugar aislado del Pirineo francés, y que trabaja en un manuscrito de miles de páginas sobre la física del libre albedrío y el problema del mal.
En los últimos años, algunos textos de Grothendieck han empezado a estar disponibles en la red. Un grupo de admiradores y discípulos ha creado The Grothendieck Circle. Incluso algunos de sus textos se han traducido al español. He leído algunos, y lo que entiendo de ellos es fascinante.
Fuente: pseudópodo
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